EL ACCIDENTE

EL ACCIDENTE

Mientras iba a casa, pensando en mis problemas, absorto en lo que me acababa de ocurrir, no presté mucha atención a una jovencita que estaba sentada en el bordillo de la acera, cabizbaja y llorosa, justo delante del café donde suelo desayunar todos los días. No supe en ese momento lo importante que iba a ser en mi vida esa persona. La muchacha era muy guapa pero no le pude ver muy bien la cara.

Cuando llegué a casa estaba pensando en el horrible accidente que me había ocurrido. Me dolía todo, tenía los brazos escayolados y estaba muy cansado. Me acosté pronto porque por la mañana tenía que declarar ante el juzgado. A la mañana siguiente me levanté temprano para no llegar tarde. Salí de mi casa, iba un poco despistado cuando choqué con esa noble muchacha. Nada más verla la reconocí por su ropa. La ayudé a recoger sus cosas del suelo.

En el juzgado tenía que explicar lo ocurrido: a las seis o por ahí, cogí la moto para recoger a mi hijo de la escuela. Cuando crucé la esquina no había ningún coche por lo que me dispuse a cruzar. Crucé y me encontré que un coche a toda velocidad quería frenar pero no tuvo tiempo. Cuando vino el acusado era la mujer que me había encontrado. Ya entendía por qué estuvo así el otro día tan triste. Al terminar en el juzgado, a la mujer le cayeron 500 euros de multa por el accidente. Al salir le pregunté su nombre, se llamaba María, yo la invite a tomar un café para hablar de lo ocurrido, ella aceptó. Después fuimos a mi casa a donde estuvimos charlando pero no del accidente. Al final María y yo nos hicimos muy buenos amigos.

Alejandro Marín Navarro

0 comentarios:

Publicar un comentario