El oso y sus amigos
Érase una vez un oso que estaba en el campo con su familia, se dirigían a El bosque Jogui. Iban a la plaza Rantelorazzio, donde había toda la comida que se podría imaginar. Cuando llegaron a ese lugar se encontraron un árbol que estaba lleno de frutas.
Allí también estaba la familia Calípoño, que se disponían a llegar a ese árbol. El padre Tolillo se dio cuenta y gritó - “Corred hijos”. Llegaron primero los niños de Tolillo. Cuando los vio el padre de la familia Calípoño se enfadó mucho. Él dijo - “!Esto es el colmo¡. Hoy nos habéis ganado pero mañana os retamos a una carrera.” Ellos aceptaron. El padre les explicó las normas y a las nueve y media de la mañana tendrían que estar en la entrada del bosque Jogui. Si alguien llegaba más tarde los otros saldrían sin ellos.
A la mañana siguiente la familia Calípoño se disponía a salir pero la puerta estaba atrancada y el padre pensó salir por la ventana. Los niños salieron perfectamente pero el padre no cabía. Al final la familia Rolamero ganó a pesar de que era mucho más lenta.
La moraleja es que la inteligencia puede más que la rapidez.
Alejandro Marín Navarro
Érase una vez un oso que estaba en el campo con su familia, se dirigían a El bosque Jogui. Iban a la plaza Rantelorazzio, donde había toda la comida que se podría imaginar. Cuando llegaron a ese lugar se encontraron un árbol que estaba lleno de frutas.
Allí también estaba la familia Calípoño, que se disponían a llegar a ese árbol. El padre Tolillo se dio cuenta y gritó - “Corred hijos”. Llegaron primero los niños de Tolillo. Cuando los vio el padre de la familia Calípoño se enfadó mucho. Él dijo - “!Esto es el colmo¡. Hoy nos habéis ganado pero mañana os retamos a una carrera.” Ellos aceptaron. El padre les explicó las normas y a las nueve y media de la mañana tendrían que estar en la entrada del bosque Jogui. Si alguien llegaba más tarde los otros saldrían sin ellos.
A la mañana siguiente la familia Calípoño se disponía a salir pero la puerta estaba atrancada y el padre pensó salir por la ventana. Los niños salieron perfectamente pero el padre no cabía. Al final la familia Rolamero ganó a pesar de que era mucho más lenta.
La moraleja es que la inteligencia puede más que la rapidez.
Alejandro Marín Navarro
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