Parodia de Ulises

Hace mucho tiempo un hombre llamado Ulises inició su viaje hacia la isla de las sirenas. Él ansiaba llegar a la isla, para escuchar los maravillosos cantos de aquellas bellas sirenas, aunque se sometía a un gran riesgo, porque decían las leyendas que quien escuchara esos cantos acabaría muerto en las rocas afiladas del mar. Durante el camino se le ocurrió un plan, consistía en que todos sus tripulantes se taparían los oídos con cera fundida y el sería el único que no se los taparía, para poder escuchar los cantos, pero le pediría a los demás tripulantes que lo ataran a un poste para que cuando enloqueciera no se fuera a las rocas. Al día siguiente ordenó a los tripulantes que hicieran lo que él dijera, pues bien, se taparon los oídos con cera fundida y lo ataron a un poste. Comenzaron los cantos y Ulises le ordenaba a los demás que dieran media vuelta hacia otra isla, pero como tenían los oídos tapados no escuchaban sus órdenes y acabaron estrellados en las rocas, todos huyeron nadando hacia otra isla, tanto miedo tenían en el cuerpo que se olvidaron de su capitán. Ulises se quedó año tras año en esas rocas escuchando los cantos de las sirenas hasta que murió. Se murió por tener curiosidad, aunque fue listo su plan falló y pagaría ese error sufriendo para siempre en unas rocas afiladas del mar hasta que se murió de hambre y de sed. Su esposa y su hijo se quedaron esperándolo para siempre.

Lucía Martínez

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