Final de Cartas de invierno

Xavier se despertó, estaba sudando y muy asustado, se encontraba en un hospital con su amigo Adrián, ambos estaban en una cama y gravemente heridos. Xavier, asustado, fue hacia la puerta de la habitación donde se encontraba, para averiguar lo que hacían allí y todo lo que les había sucedido. Se encontró a su hermana y empezó a preguntarle cosas sobre la casa que compró Adrián y todo lo que pasaba en ella y Teresa no tenía ni idea de nada.

Ella empezó a contarle lo que había sucedido en realidad: a Adrián y a él los secuestraron en la salida de un restaurante y estuvieron secuestrados durante tres meses y medio en un sótano, hasta que por fin los encontraron. Xavier se quedó pensativo, no se lo podía creer, todo lo que había pasado en aquella casa, en el pueblo, en el libro y con los monstruos eran fruto de su imaginación. Teresa le dijo que los médicos le diagnosticaron un coma al llegar al hospital y explicaron que, debido a ese coma, podía tener alucinaciones, pero, como se dio un fuerte golpe en la cabeza, no se acordaba de nada sobre su secuestro. Xavier suspiró, no estaba loco, ya había encontrado la explicación sobre su historia. Poco después se despertó Adrián y Xavier le contó todo lo que había soñado y pasado en realidad y Adrián le dijo que también sabía lo de la casa y recordaba una imagen de una niña en una habitación pidiéndole socorro.
Meses después, el pintor y el escritor decidieron contar su historia al mundo entero y escribieron una novela, que tuvo mucho éxito, tanto que la escribieron en doce idiomas diferentes. Pero lo que siempre quedó y quedará por descubrir es si esa casa existió de verdad o no.

Lucía Martínez Díaz

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